domingo, 24 de octubre de 2010

Interpretación argumentativa.

No codiciarás los bienes ajenos.

     No codiciarás los bienes ajenos de la obra "Los diez mandamientos en el siglo XXI", del filósofo, novelista, autor dramático, activista y escritor español Fernando Savater, destacado en el campo del ensayo y el artículo periodístico, me pareció muy interesante y contundente a la vez, ya que expresa lo que quiere decir el precepto desde el punto de vista del mismo autor. Él sustenta su parecer con las opiniones de varios autores, como Francisco de Quevedo, quien expone que "La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come", es decir, que el envidioso se mediocriza a sí mismo y trata de obstaculizar al que envidia y Arthur Schopenhauer, quien sugiere que " Nadie es realmente digno de envidia", lo que considero cierto, porque es bien sabido que quien más ostenta en tenerlo todo carece de algo que los bienes materiales no le proporcionan. La realidad de la vida es que nunca estamos del todo satisfechos ni conformes, y como dice el autor, "Nunca es suficiente". Por otra parte, Martín Caparrós, proyecta que "Uno debe codiciar los bienes ajenos para poder progresar, la forma de progresar consiste en conseguir una serie de bienes, y si uno los tiene que ir a conseguir es porque no son suyos. Entonces, si se tomara al pie de la letra este mandamiento tendríamos que volver a una especie de comunidad primitiva, en la que nada es de nadie y todos los bienes están ahí", es decir, vivimos en una sociedad capitalista que fomenta la propiedad privada y la competencia, la codicia y la envidia impulsan la supervivencia, por lo que según el autor y en palabras más llanas no estamos eximidos de incurrir en este mal. En último término, el rabino Isaac Sacca, argumenta que "En cierta medida este mandamiento desencadena los anteriores", lo que es exactamente veraz, puesto que, el que envidia roba, levanta falsos testimonios, mata y comete adulterio. Por consiguiente, la envidia, es la raíz de los grandes males de la sociedad y de transgredir las demás leyes formuladas por Dios. En resumidas cuentas, aunque este libro represente una protesta al comportamiento religioso, considero que el autor utilizó un estilo atrayente para persuadir al lector.

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