Peces revelados.
Uno de los peces le dijo al monje: - Por personas como tú es que no nadamos en las orillas. Estos peces se respetan y no entran en todos los estómagos. Vámonos y no volvamos más por aquí.
Los peces se retiraron y el monje espantado no pudo decir nada, salió del agua y hasta el sol de hoy no ha vuelto a comer ningún tipo de marisco, pues el extraño testimonio que le acaeció lo frustró por el resto de su vida.
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